Aquí debajo puede leer la síntesis del informe sobre la trata de personas y la familia, redactado por nuestra Vicepresidente General, Maribeth Stewart. El texto completo se encuentra en la versión inglesa de este mismo artículo.

SÍNTESIS

Se calcula que 45,8 millones de personas están actualmente esclavizadas por la trata de personas, tal vez más que en cualquier otro momento de la historia. Esto no incluye a los que sufren mutilaciones o incluso la muerte a cauda del tráfico de órganos. La trata de seres humanos es un problema que afecta a todos los países y debe suscitar compasión, oración y ayuda por parte de todos, sin importar su fe o nacionalidad. La causa fundamental de la trata de personas es la codicia, un pecado que ha causado y sigue causando guerras y sociedades desequilibradas, permite que quienes están en el poder subyuguen y consideren a sus semejantes como simples objetos para ser vendidos y utilizados y tiene un profundo efecto en las familias en todas las sociedades y estratos sociales del mundo.

Las familias se desgarran por el trauma de la trata de personas. El apoyo de la Iglesia y la Sociedad a las familias es fundamental para que el flagelo de la trata sea reconocido y detenido. Los niños que crecen en hogares en los que se disfruta de una alimentación correcta, que tienen todo lo que se necesita y en los que los padres están atentos y amorosos poco probablemente se convertiran en víctimas de la trata de personas. Las familias deben exigir que los gobiernos proporcionen un ambiente seguro y libre de corrupción y guerra para garantizar la seguridad de sus hijos y su futuro como personas libres.

La guerra contra la trata de personas es una guerra justa, peligrosa y difícil; es una guerra contra un vicio omnipresente, la codicia. La guerra contra la trata de personas es en realidad una guerra contra el Mal mismo. Los que están en contra de nosotros están bien organizados, bien financiados, y muy arraigados. Sin embargo, si deseamos que todos vivan la vida prevista para ellos por nuestro Creador, es una guerra en la que debemos implicarnos. Una guerra que protege a nuestras familias, nuestras comunidades, nuestros prójimos. Ya no podemos tolerar divisiones que hagan que una persona sea dueña de otra. Ya no podemos tolerar el abuso moral, ético y físico de nuestros hermanos y hermanas en esta tierra. Debemos tomar medidas para poner fin a la trata de personas para que todas las personas sean libres de vivir la vida para la que fueron creadas. Con este fin, debemos educar, apoyar, legislar, rehabilitar a las víctimas y a sus familias y orar. Oramos por las familias, por todas las víctimas de la trata de personas y por la conversión de los traficantes. Oramos y trabajamos por el fin de la trata con confianza, porque sabemos que "nada es imposible para Dios" (Lucas 1,37). Nuestra Señora, Reina de la Paz, patrona de la UMOFC, te rogamos: ayúdanos en nuestra misión para poner fin al flagelo de la trata de personas.

RESUMEN DE LAS RESPUESTAS