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Mensaje mensual mayo 2020

Pentecostés El Greco 1597

María es modelo para la UMOFC

especialmente en esta crisis.

Queridas amigas:

María es modelo de mujer resiliente. ¿Quién sino Ella tuvo la capacidad de afrontar la crisis de la Pasión y Muerte de su Hijo? ¿Quién como Ella se sobrepuso al cambio que significó tomar a los cristianos como “hijos” a partir de la Resurrección? “La Iglesia es mujer”, nos dice reiteradamente el Papa Francisco. En el contexto de la globalización del Coronavirus, María, mujer resiliente por antonomasia, es el modelo que nos enseña qué pasos dar en el camino hacia la santidad, en particular a quienes tenemos una responsabilidad de liderazgo en la Iglesia, como es el caso de cada una de las mujeres de la UMOFC.

“Bajo el ala” de María, la primitiva comunidad eclesial, incierta y temerosa por el evento traumático sufrido, esperó en oración la venida del Espíritu Santo. María, lideró a los apóstoles con su ejemplo, generó una atmósfera resiliente, dónde la fe, la esperanza y el amor, abrieron de par en par las mentes y los corazones de quienes estaban “en cuarentena” dentro del Cenáculo. De este modo, “contagiados” por la experiencia de resiliencia de María, las mujeres presentes y los primeros obispos recibieron las lenguas de fuego.

Mujeres de la UMOFC: de la mano de María en este mes de mayo, tenemos una misión especial de liderazgo en nuestra vida cotidiana, tomando diariamente decisiones e introduciendo cambios que, si hemos reflexionado y discernido profundamente los desafíos que esta emergencia nos impone, serán propuestas positivas que afectarán no sólo el presente sino también el futuro. En nuestras familias llamadas a ser iglesias domésticas, en nuestros equipos de trabajo que quizá procedan ahora con home working, en nuestros grupos de WhatsApp o análogos, en nuestras organizaciones cuyos encuentros y relaciones probablemente sean on-line: generemos resiliencia ante la crisis. La líder resiliente es aquella mujer que irradia esperanza en los momentos tormentosos.

Para asumir esta misión de gestar familias, con hijos, nietos, hermanos, resilientes, la oración personal y comunitaria, es clave. Reciclemos el sentido de pequeño “santuario doméstico” en nuestros hogares. Por ejemplo, elijamos un lugar, un rincón apropiado, donde poner una biblia abierta con el evangelio del día para tener fácil acceso a la Palabra de Dios. Una imagen religiosa, un cirio, una foto de la familia, también pueden ayudar. Quizá en distintos momentos de la jornada, quienes convivimos podamos detenernos y hacer silencio para “hablar de amistad con Aquel que sabemos que nos ama” o simplemente renovar nuestro “deseo de Dios” al pasar caminado por allí.

Les confieso que, para escribir este mensaje, me puse a estudiar cuáles eran los países que mejor habían enfrentado el virus. Encontré que se destacan Noruega, Taiwán, Islandia, Dinamarca, Alemania, Finlandia y Nueva Zelanda; poseen diferente ubicación geográfica, clima, cultura, creencias, idioma…, pero hay algo muy importante que tienen en común: son liderados por una mujer. Las medidas adoptadas por las gobernantes son muy diversas, pero acertadas para sus respectivos países. Esta tragedia ha demostrado que es la hora del liderazgo femenino: con resiliencia, con la mirada lúcida y creativa del corazón, con valentía, con cuidado y con amor.

El ser líderes resilientes hoy, como María, nos exige también interceder por el mundo entero. El Papa nos ha escrito una carta para que en mayo -mes mariano en el hemisferio norte- “en la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias”, redescubramos la belleza de rezar el rosario en casa. Nos sugiere que agreguemos una de las dos oraciones adjuntas. ¿Podemos asegurarle que cuenta con nosotras para esta poderosa intercesión? ¿Uniremos bajo nuestra “ala” a todos los que necesitan compañía, alegría, cuidado, fortaleza, discernimiento y tantos otros dones que el Espíritu Santo desea traernos el 30 de mayo, en Pentecostés?

Por último, pero no menos importante, en este mayo 2020, en el Día de la UMOFC, empezaremos a celebrar nuestro 110° aniversario (1910-2020), en compañía de las fundadoras y pioneras, de Pilar Bellosillo, presidente de la UMOFC (1961-1974) cuya causa de canonización hemos iniciado y de tantas otras líderes que nos precedieron. Las invito a hacerlo juntas en una reunión virtual solidaria y sinodal. A las celebraciones del Día de la UMOFC que cada organización desee realizar, agregaremos un “cenáculo virtual” en cada una de las lenguas.

En el “cenáculo virtual”-que será una sala de la plataforma Zoom-, rezaremos bajo “el ala” de María la oración preparada para este año por la Región América Latina y Caribe que les fue enviada oportunamente e incorporaremos sus intenciones. Además, compartiremos una breve reseña histórica de la UMOFC haciendo hincapié en la trayectoria de Pilar y algunos testimonios de quienes participen referidos exclusivamente a: qué significa la UMOFC para mí.

Nos uniremos de este modo a la “Oración por la Humanidad”, promovida por la Santa Sede a través del Alto Comité de Fraternidad Humana. Elevaremos nuestra súplica por la humanidad, para superar la pandemia y restablecer la seguridad, la estabilidad, la salud y el desarrollo de nuestro mundo. Cada reunión virtual, sea en inglés, en francés o en español, tendrá un máximo de 500 personas. Les enviaremos pronto las fechas y horarios, en torno al Día de la UMOFC, además del link en cada lengua pues, para poder participar, será obligatorio registrarse previamente.

Quienes por motivos de los usos horarios u otras causas no puedan participar en vivo y en directo, podrán encontrar todo el material en nuestro sitio, unos días después. Es nuestro deseo que nadie quede fuera de este significativo aniversario de la UMOFC, celebrado con estilo solidario y sinodal (próximamente podrán encontrar el tema explicado por nuestro Asistente Eclesiástico, Padre Gerard Whelan, SJ, durante el reciente Webinar en inglés, en www.wucwo.org, en la sección “Formación”). Es por ello que les ruego encarecidamente que hagan circular este mensaje y animen a la participación de sus miembros y sus familias.

¡Que, en medio de esta encrucijada planetaria, María, madre y maestra de resiliencia, nos reúna y cobije como lo hizo con la primera comunidad cristiana a la espera del Espíritu Santo, para iniciar juntas el 110° aniversario dando frutos, en nuestra modesta medida, de un nuevo Pentecostés de la UMOFC!

Las saludo con afecto y nos vemos pronto,

 

María Lía Zervino, Servidora

Presidente General de la UMOFC

 

ORACIÓN 1

Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del pueblo romano,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomónuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.

 

ORACIÓN 2

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

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