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Arte y meditación - febrero 2023

La Visitación 2Giulio Romano (Roma 1499 - Mantua 1546) y Giovanni Francesco Penni (Florencia 1496 - Mantua 1528), La Visitación, c. 1517, óleo sobre lienzo, 200 x 145 cm, Madrid, Museo del Prado. 

Mes de febrero. 

Mujeres del Nuevo Testamento: Isabel. 

En aquellos días, María se levantó y se fue de prisa a la región montañosa, a una ciudad de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno; e Isabel se llenó del Espíritu Santo, y exclamó en voz alta: "Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre". ¿Cómo es que la madre de mi Señor viene a mí? Porque he aquí que, en cuanto llegó a mis oídos la voz de tu saludo, de gozo saltó el niño en mi seno. Dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor. (Lc 1, 39-45)

Isabel, prima de María, es la segunda mujer que conocemos en el Nuevo Testamento. Mencionada por el ángel en el momento de la Anunciación, es la coprotagonista del primer acto que realiza María: acudir a ella, que se ha enterado de que está embarazada, para prestarle ayuda, sobre todo teniendo en cuenta su edad.

Conocemos la historia del gran lienzo que representa a Isabel y María: fue encargado por Giovanni Battista Branconio, un orfebre de L'Aquila que se trasladó a Roma, donde desarrolló una brillante carrera y se convirtió en una de las figuras más influyentes de la corte papal. En Roma entabló una gran amistad con Rafael y fue al ya famoso pintor de Urbino a quien recurrió para una obra que quería donar a su padre Marino para la capilla que la familia tenía en la iglesia de San Silvestro de L'Aquila. La elección del tema se debió a varias razones autobiográficas: de hecho, la esposa de Marino se llamaba Elisabetta, igual que la madre de Juan el Bautista; ¡y Juan el Bautista era también el nombre de nuestro patrón!

Rafael concibió y eligió el tema de la obra (no en vano la obra está firmada por él, como puede verse en el ángulo inferior izquierdo, donde se lee "RAPHAEL URBINASŸ FŸ '), aunque luego confió la ejecución a dos de sus más talentosos colaboradores: Giulio Romano, que realizó las figuras de las dos mujeres, y Giovanni Francesco Penni, que pintó el hermoso paisaje en el que se desarrolla la escena.

Lo primero que nos llama la atención, contemplando el cuadro, es la elección de Rafael de situar el encuentro entre las dos primas en medio del campo. Sin duda, esto nos permite destacar los dos cuerpos en su totalidad y fisicidad. El bello paisaje circundante se convierte también en una oportunidad para situar en segundo plano un episodio que, muchos años después del encuentro de las dos madres, verá a sus hijos como protagonistas: a la izquierda vemos el río Jordán, con Juan el Bautista bautizando a Jesús. Y que efectivamente son ellos lo atestigua el cielo rasgado desde el que aparece Dios Padre: "Y vino una voz del cielo: 'Tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco'" (Lc 3,22b).

La segunda cosa que nos llama la atención es precisamente el retrato de Isabel: el pintor subraya sus arrugas, no teme mostrarnos que es una anciana, es más, es ella quien toma la iniciativa, estrechando la mano de María y mirándola con amor y veneración.

No olvidemos que fue precisamente el saludo de Isabel, que repetimos cada vez que recitamos el "Ave María", lo que provocó en la Virgen el maravilloso canto del "Magnificat". Una aparición fugaz, pues, de Isabel en el Evangelio, pero ¡cuánta gracia y cuánta alegría!

 

Dios te salve, oh María, llena eres de gracia, el Señor es contigo,

eres bendita entre las mujeres

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores

ahora y en la hora de nuestra muerte. ¡Amén!

(Contribución de Vito Pongolini)