Korand Witz (Rottweil c.1400 – Bale c.1445), El rey Salomón ante la reina de Saba, 1435, madera de roble, 85,8 x 80,3 cm, Berlín, Gemäldegalerie. 

Mes de septiembre. 

Mujeres del Antiguo Testamento: La Reina de Saba. 

«Cuando la reina de Saba oyó de la fama de Salomón, por causa del nombre del Señor, vino a probarle con preguntas difíciles. Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y gran cantidad de oro y piedras preciosas. Cuando vino a Salomón, habló con él de todo lo que tenía en su corazón. Y Salomón contestó todas sus preguntas; no hubo nada tan oscuro que el rey no pudiera explicárselo.

Cuando la reina de Saba vio toda la sabiduría de Salomón, la casa que él había edificado, los manjares de su mesa, las habitaciones de sus siervos, el porte de sus ministros y sus vestiduras, sus coperos, y la escalinata por la cual él subía a la casa del Señor, se quedó asombrada.

Entonces dijo al rey: “Era verdad lo que había oído en mi tierra acerca de tus palabras y de tu sabiduría. Pero yo no creía lo que me decían, hasta que he venido y mis ojos lo han visto. Y he aquí, no se me había contado ni la mitad. Tú superas en sabiduría y prosperidad la fama que había oído. Bienaventurados tus hombres, bienaventurados estos tus siervos que están delante de ti continuamente y oyen tu sabiduría. Bendito sea el Señor tu Dios que se agradó de ti para ponerte sobre el trono de Israel; por el amor que el Señor ha tenido siempre a Israel, te ha puesto por rey para hacer derecho y justicia”

Entonces ella dio al rey ciento veinte talentos de oro, y gran cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas. Nunca más entró tanta abundancia de especias aromáticas como las que la reina de Saba dio al rey Salomón. También las naves de Hiram, que habían traído oro de Ofir, trajeron de allí gran cantidad de madera de sándalo y piedras preciosas. Con la madera de sándalo el rey hizo balaustres para la casa del Señor y para el palacio del rey; también liras y arpas para los cantores; esa clase de madera de sándalo no ha entrado más ni se ha vuelto a ver hasta hoy.

El rey Salomón dio a la reina de Saba todo cuanto ella quiso pedirle, además de lo que le dio conforme a su real magnificencia. Después ella se volvió, y regresó a su tierra con sus siervos.» (1R 10,1-13).

He querido citar íntegramente este corto pasaje en el que se relata la visita de la reina de Saba a Salomón.

Se trata de un encuentro con solo dos personajes, un rey y una reina, que previamente se conocían por su reputación, y luego en persona. Sin embargo, solo habla la mujer, elogiando calurosamente al soberano, cuyas noticias de sabiduría recorrieron las cortes del mundo conocido de la época.

Si, tras leer el relato bíblico, vemos de cerca el cuadro de Witz, encontraremos los mismos elementos, empezando por solo estos dos soberanos. El cuadro podría haber representado la corte de Salomón o todos los nobles que acompañaron a la reina de Saba a Jerusalén, pero no, solo representa a estos dos personajes. El fondo (dorado en la parte superior y morado en la parte inferior) resalta aún más la elegancia con la que se representa a los soberanos: los tocados elaborados, los colores vivos de los vestidos, los pliegues de los vestidos que parece que construyen a los personajes.

La conversación entre Salomón y la reina de Saba está llena de miradas y de gestos, concretamente se tienden la mano y describen lo que nos decía el relato bíblico: la mujer le ofrece un único regalo, una píxide preciosa de oro que parece resumir la descripción de los regalos a Salomón: «Entonces ella dio al rey ciento veinte talentos de oro, y gran cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas.» Esta ofrenda es la que une a los dos personajes.

Esta particular visita de la reina de Saba a Salomón ha tenido varias interpretaciones. Se consideró como una prefiguración de la visita de los Reyes Magos, que también eran de Oriente, y fueron a Belén (a unos kilómetros del lugar donde se encontraba en templo y el palacio de Salomón) para adorar al recién nacido, a quien se consideraba en aquel entonces como el nuevo Salomón. Otra interpretación dice que la reina de Saba representaría la prefiguración de la Iglesia que va hacia Cristo a escuchar Su Palabra.

Dejando de lado otras interpretaciones, la representación de Witz congela este encuentro, mostrando solo a los dos personajes en el cuadro para ofrecer a todo aquel que los contempla (y por tanto, a nosotros también) – una visión profunda y singular de lo que nos cuenta el relato bíblico.

Si ahora leemos el conjunto del pasaje el Primer Libro de los Reyes contemplando a los personajes, viendo ante nosotros la representación de los soberanos, nos daremos cuenta de que la pintura nos da una visión específica de los que oímos en el relato bíblico, presentándonos a dos personajes que en cierta manera son excepcionales: por una parte Salomón, el rey de Israel, famoso por su sabiduría; y por otra, la reina de Saba, de la que desconocemos el nombre pero cuya belleza, riqueza, curiosidad e inteligencia la han traído del sur, conocido entonces en Jerusalén, y que hará que se convierta en un recuerdo inolvidable.

Jesús también le hizo un elogio en el Evangelio: «La Reina del Sur se levantará con esta generación en el juicio y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y mirad, algo más grande que Salomón está aquí.» (Mt 12, 42)

(Contribución de Vito Pongolini)